Moralmente ético
"Soy una persona ética. Este es un partido ético", leo en periódicos, a menudo en boca de gente que no tiene ni idea de qué significa la palabra, o que quiere confundir a propósito las cosas. Porque a quien se llama ético hay que pedirle que defina sus coordenadas, pues tantas normas de conducta tiene la monja de un convento como un sicario de la mafia.
Alguien que sabe un montón de ética y moral es Clint Eastwood (y su guionista Paul Haggis) en la película “Million dollar baby”, que he recuperado este verano y me ha gustado más aún que la primera vez que la vi. En ella tenemos normas éticas y morales en conflicto:
El católico Frankie (Eastwood) lucha hasta el final por la conservación del individuo (ética) y del grupo (moral), en especial la familia, aguantando los golpes que nos dan en este valle de lágrimas.
Eddie (Morgan Freeman) sigue ideas difusas, vagamente humanísticas, entre los derechos humanos, la bioética y el Epicuro que busca la ausencia de dolor.
La familia de Maggie (Hillary Swank) me parecen unos calvinistas que la ven como una perdedora sin solución. Su Dios ya la ha condenado. ¿Para qué molestarse con ella?
Y Maggie... es un ser de luz. Diría que participa de las ideas de todo el mundo. Por desgracia, la vida no le ha dado buenas cartas, así que poco puede hacer.
No digo que unos códigos sean mejores que otros. Cada cuál sabrá. Pero es bueno decir a la persona del periódico, o a la de la película que estamos viendo: defínase, oiga. O si no, que vea “Million dollar baby” y aprenderá un montón.