A diez años de mi primera novela
Como este mes se cumplen diez años de mi primera novela, voy a contar curiosidades de cada una.
Mi primer libro, Alfas y Omegas, existe solo en formato digital. A pesar de ello, recibí una amable llamada del Celsius 232 para presentarlo junto a mi querida @moresby.
Ante la situación de hablar de un libro que solo existe en forma electrónica, diseñé e imprimí un taco de marcapáginas que regalar a los generosos asistentes. No sé quiénes comprarían el libro, pero al menos los marcapáginas se agotaron.
Mi segundo libro, La Fragmentación, es el que considero mi libro afortunado. Es mi obra más rara, pero la escribí de un tirón, de pura alegría. Luego ganó un premio de un certamen de literatura experimental, que permitió su publicación. Apareció a finales de 2019, poco antes de la pandemia y de que el mundo se pusiera patas arriba. Un libro afortunado, y yo agradecido.
En la foto, dedicando el libro tras presentarlo en Valencia.
Tras publicar mi tercera novela, Ronda de solos, leí en el periódico una noticia que reproducía exactamente sus primeras páginas: la saxofonista británica Nubya García había perdido sus maletas al aterrizar en Vitoria, donde tenía programado un concierto, a pocos kilómetros del escenario de mi propia historia.
Extraña coincidencia que me gusta recordar, porque creo que encaja bien con el tono medio hipnótico del propio libro.
García recuperó sus maletas y pudo tocar en Vitoria.
Años fantasmales es mi cuarto libro, y hasta ahora el último. El título homenajea a la literatura del siglo XIX. Si suena un poco a Cumbres borrascosas, a Orgullo y prejuicio, a Guerra y Paz, no es casualidad.
Por eso, aunque es un libro próximo a hechos recientes, también lo veo como un drama clásico de parte de un fan de León Tolstoi, Jane Austen y Leopoldo Alas.
Como se trata de una historia bastante dura, la idea era recurrir a un título lo más seco posible. De ahí que, a última hora, suprimiera el artículo “Los” que debía encabezarlo.
La foto es de la sesión de firmas en la Feria del Libro de Madrid, junto a Alfredo García, compañero en @agitavallecas, que dedicaba su novela “Una máquina del tiempo, unas botas de piel de serpiente y una Gibson Les Paul”.



